Me gustan las personas con defectos. Los que lloran y se dejan abrazar. Los que se equivocan y piden perdón. Los que saben decir que no y se arriesgan a escuchar un sí. Los que asumen inseguridades y acarician sus propias cicatrices. Los risueños y los tímidos. Los espontáneos y los prudentes. Los que, como yo, se reconocen llenos de errores.
Me gusta enamorarme de la imperfección extraordinaria de cada detalle supuestamente común.