domingo, 30 de enero de 2022

Te echo de menos

  Esta no es una carta de despedida. Ni siquiera una despedida. Quizá no debería ni llamarlo carta, porque desde luego, no tengo la menor intención de enviártela. Esto es, únicamente, una forma de decirte algo que quizá tú no sabes y que yo me niego en asumir: que te echo de menos

Claro que te echo de menos como si te hubieras quedado mucho tiempo en mi vida, quizá porque hacía mucho tiempo que nadie entraba en ella con tanta fuerza. Claro que soy consciente de que te reconocerías en estas líneas, tú que quisiste leerme y yo nunca te dejé por puro pudor a que me descubrieras vulnerable. No sabes cómo me gustaría ahora enseñarte mis debilidades y mis textos, y susurrarte lo mucho que me molesta estar escribiendo sobre ti ahora que no estás, cuando lo intenté frustradamente mil veces estando a tu lado y no me salió ni una sola letra. Ojalá que nunca me leas, porque podría recorrer por tu espalda el escalofrío de la nostalgia, del amor y del error.  Ojalá que no me leas y nunca te enteres que me acuerdo tanto de ti que he dejado de acordarme de otras cosas. Claro que te echo de menos, pero no te preocupes que no te lo voy a decir, porque sé que dejar ir a quien ya no quiere estar, es la mayor demostración de amor propio que existe. Porque una cosa es dejar las ventanas abiertas y otra, muy distinta, asomarse a esa ventana a llamar a gritos a quien se quiso ir por la puerta grande. Ojalá que no me leas y no sepas que sigo guardando el último beso, las promesas del último día y los planes que no llegamos a hacer.

Claro que te echo de menos, pero no me preocupo por esto que me pasa, porque sé que me pasará.

Atentamente, lo que pudo ser y no fuimos.

Te voy a amr siempre

  He estado dejándole tiempo al silencio para ver si él acallaba nuestra historia. Dejé de escribir porque llegó un momento en que pronuncia...